Gira rascando


Exposición con videoinstalación y serie de once piezas enmarcadas
2022


Gira rascando, decae flotando

Vistas de la exposición


Gira rascando es una exposición que aborda el tiempo desde el movimiento y la huella, el rastro. Tanto el movimiento de los astros como el de las partículas subatómicas se encuentran en el espacio expositivo para hacer visible esta larga historia de fascinación del ser humano por entender el tiempo. Los movimientos, ya sean macrocósmicos o de una escala microscópica, dejan una huella, un rastro, en el espacio o en los ojos de quien los observa. La imagen –por medio de un dibujo, una fotografía o un vídeo– fija, revela y abstrae la materia en el espacio y en el tiempo. El movimiento de los cuerpos celestes en el cielo queda registrado como órbitas que dibujan sus relaciones, partículas subatómicas se vuelven visibles por los rastros que dejan en una cámara de niebla y un fósil es movimiento cristalizado. La materia se transforma, se mueve y deja una huella. Vemos el tiempo en el espacio, haciéndose espacio. Dirá Henri Bergson: “Si las ideas que constituyen el objeto de la ciencia son cosas que trabajan [que se despliegan], si las resituamos en la duración, entonces el objeto de la ciencia no es ya trascender la duración y colocarse en lo eterno, como lo habrían querido los antiguos; el objeto de la ciencia será examinar de cerca lo más posible la realidad. El objeto de la ciencia se vuelve entonces aquello que se mueve”. Y aquello que se mueve, mucho o poco, en el presente o en el pasado, es lo que gira rascando.

La instalación Gira rascando, decae flotando combina dos capas de proyección y un filtro fotográfico en movimiento. El vídeo es una grabación de partículas subatómicas (alfa y beta) atravesando una cámara de niebla y las diapositivas han sido generadas manualmente con un fósil rascando una hoja de acetato con tinta negra. Las partículas subatómicas (partículas alfa, gamma, electrones, positrones, protones, muones) se encuentran en nuestro entorno y mientras que algunas son provenientes del espacio, de rayos cósmicos, otras se originan en las desintegraciones de elementos radiactivos. La cámara de niebla es un instrumento que permite visualizar las trayectorias de algunas de estas partículas, concretamente las que tienen carga eléctrica. Por tanto, lo que vemos es el rastro que deja el movimiento de estas partículas al interactuar con otras en el espacio. Ya en las diapositivas, encontramos visualmente unos trazos similares, rastros de una trayectoria, de un movimiento, pero aquí realizado manualmente con un fósil de millones de años rascando la superficie de una hoja transparente recubierta con tinta negra. Este gesto, una especie de inversión arqueológica, revela el rastro, o el tiempo, contenido en la forma al mismo tiempo que crea otro registro fósil en el presente.

El sonido surge en parte de un proceso de sonificación de imágenes de las partículas junto a una pista sonora realizada a partir de la vida media de muones cargados transformada en sonido. La relación entre masas (como astros) que describen una trayectoria y el sonido no es reciente. A partir de la idea de que el universo está regido por proporciones numéricas armoniosas, Pitágoras definió la armonía de las esferas de acuerdo a la distancia entre los cuerpos celestes trasladada a notaciones musicales. Un concepto desarrollado por muchos siglos, siendo Kepler quien funda la llamada “música celeste” en su Harmonices mundi (1619), basándose en la velocidad de los planetas.

Gira rascando, decae flotando colapsa diferentes temporalidades y materialidades. Hace visibles movimientos minúsculos, que parecen irrelevantes, pero que componen nuestra materia y memoria.

Por otro lado, la serie grapto—grafo reúne once piezas con textos, ilustraciones de astronomía, del cuerpo humano y de organismos sacadas de libros antiguos e imágenes de formaciones minerales y células humanas, combinados con papeles marmolados y filtros fotográficos en algunos casos. Cada pieza se fija en determinados elementos que giran, que generan movimiento, que dejan un rastro, como pueden ser las órbitas (relaciones entre astros celestes que nosotros las hemos querido representar con líneas, pero que existen solo para nosotros mismos), los estromatolitos (grandes estructuras construidas en capas por esteras de cianobacterias; aunque muy raros en la actualidad, los estromatolitos fosilizados proporcionan los registros de la vida primigenia en la Tierra) o halitas (formaciones resultante de la acumulación de sales) y algunas células humanas, especialmente el caso de las células HeLa, la primera línea celular humana que sobrevivió y creció en laboratorio (fuera del cuerpo de Henrietta Lacks), que parecen desafiar la inmortalidad y el tiempo. En conjunto, las piezas cuentan una historia en espiral, de estratos y encadenamientos sinuosos, de huellas dispersas y rastros incompletos, de líneas temporales que se abren y se arremolinan.

Así como los astros siguen girando (y causando una impresión sobre nosotros), hay cosas que van metiéndose en la tierra, en un movimiento lento de sedimentación, hacia el pasado. O hacia el futuro, cuando estas cosas podrán ser encontradas. Cosas que dirán lo que hemos rascado y cómo hemos rascado, si hasta hacernos sangre o rompernos las uñas.



Juan Naranjo Gallery
08.06 – 11.07.2022