The Habit of Swerving
Instalación con telas, neones, metacrilato espejado, metacrilato dicroico, motores, focos de luz, pantalla LED transparente, moqueta, máquinas de niebla, líquidos de niebla, tubos y accesorios de metacrilato transparente, altavoces, amplificador, reproductor de audio, cableado
Dimensiones variables
2025













The Habit of Swerving es una instalación de gran formato concebida a partir del espacio industrial de Montoya Studios. Atraído por este espacio como un gran contenedor de aire, el artista Pedro Torres propone una instalación como una experiencia en constante cambio, con variaciones lumínicas, atmosféricas, sonoras y visuales para materializar la presencia del aire.
Uno de los grandes intereses del artista es abordar el tiempo desde varias perspectivas y, en este caso, lo hace fijándose en el aire, como medio y lugar invisible por el que el tiempo atraviesa espacios y lo conecta todo. El aire está compuesto por átomos y moléculas que nos conectan a un pasado muy remoto desde el presente. El oxígeno que inhalamos entra y circula por la corriente sanguínea y en torno a la mitad permanece en nuestros pulmones. Cuando exhalamos, nuestro aliento se mezcla con el aire y es absorbido por otros seres. La distinción entre el aire y nosotros se desdibuja.
Los átomos del aire también persisten en el tiempo. Según un estudio científico, hay 3 x 1019 átomos de argón en una bocanada de aire. Estos quintillones de átomos son continuamente lanzados a la atmósfera y circulan alrededor del planeta, por lo que dondequiera que estemos, inhalamos alrededor de 15 átomos de argón que respiramos un año antes. Así como respiramos átomos del pasado, los que exhalamos serán inhalados por nuestros descendientes hasta dentro de siete generaciones. El aire une pasado, presente y futuro en una única entidad fluida.
La instalación orquesta el espacio con varios elementos comunes en la práctica del artista, como el vídeo, el sonido, neones, la niebla y determinados materiales. Es una combinación de materialidades que genera un ambiente experiencial como un espacio de ficción. Un espacio (y un tiempo) que reclama un cuerpo sensible y observador, que se desplace y se deje impresionar por los estímulos que se desprenden de la obra.
En la entrada del espacio, (casi no) vemos un móvil, una pieza muy sutil realizada con varillas de acero y un pequeño disco de metacrilato dicroico. Titulada Being Moved, esta obra condensa muchos de los conceptos que le interesan al artista y que se despliegan en la instalación: cuestiones sobre la percepción; sistemas entrelazados y sistemas micro y macro; la relación entre luz, materia y gravitación; las partículas y sus trayectorias, rastros, huellas. A continuación, enmarcando la visión inicial de la instalación, un conjunto de telas cuelgan desde el techo, con varios cortes circulares (que se deforman) en sus superficies. El gesto aquí es recuperar el concepto espacial de Fontana, que realizaba cortes y agujeros en sus telas para revelar el espacio real. La intención es desbordar el espacio ilusorio y dar lugar al potencial conceptual que ese ver del otro lado permite y, así, ver la realidad misma (sin olvidarnos que siempre es una visión acondicionada).
Pasados estos agujeros, nos encontramos con un conjunto de elementos dispuestos en el espacio: superficies dicroicas y espejadas en movimiento, focos de luz, una gran pantalla led en el suelo, piezas de cristal con gas argón y varias salidas por donde fluye niebla, ese aire engrosado que transforma la atmósfera del espacio y lo conecta todo. Para el artista, trabajar con la niebla es trabajar con la materia del tiempo; y trabajar de la manera en que lo hace, a través de sistemas tubulares, es un intento de esculpir el tiempo, siempre fugaz, amorfo, indomable.
El vídeo juega con formas geométricas y con el color: dispara fotones que se dispersan en el aire e intensifican la percepción del ambiente por la interacción con la niebla. Esta noción de color “espacializado” es una investigación matérica que ha estado presente en varias corrientes artísticas; con el arte lumínico derivado del minimalismo y el arte óptico y cinético es cuando adquiere un valor conceptual absoluto. El sonido, compuesto por Nacho Pezzati de Making Time Studio, de alguna manera hace audible una serie de sucesos que pasan por y en el aire. No está al servicio de lo visual, tiene entidad propia, generando un ambiente sonoro denso que transita el aire.
El título The Habit of Swerving se refiere al movimiento impredecible de los átomos, explicado por Lucrecio al defender la doctrina atomista de Epicuro. En De rerum natura, Lucrecio comenta que ese swerve (quiebro, giro) ocurre en cualquier lugar o tiempo: “When atoms move straight down through the void by their own weight, they deflect a bit in space at a quite uncertain time and in uncertain places, just enough that you could say that their motion has changed. But if they were not in the habit of swerving, they would all fall straight down through the depths of the void, like drops of rain, and no collision would occur, nor would any blow be produced among the atoms. In that case, nature would never have produced anything.”
Esta cita de Lucrecio, concretamente, es una de las citas que se pueden leer en una hoja que el artista ha querido que acompañara la instalación. Es una especie de cartografía de autores y temas –como capas que se han ido acumulando y sedimentando hasta conformar un estrato que da lugar a una instalación como esta– que se encuentran por detrás del proceso de concepción de la obra.
The Habit of Swerving, en definitiva, se basa en la comprensión de nuestra existencia en un entorno interdependiente, a través de una manera de estar en el mundo donde la mixtura –el entanglement o el becoming-intertwined– es la forma constituyente de la realidad.
Créditos
Concepción, vídeo y montaje: Pedro Torres
Sonido ambiente: Making Time Studio
Vídeo: 9:45s (en bucle)
Sonido: 26:13s (en bucle)
Coordinación de la producción: Silvana Fiorese / Montoya
Con la colaboración de Infiled, Kvadrat y Código Sound